La atención plena es el acto deliberado de cultivar la atención al momento presente, sin juzgar a ti mismo ni a los demás. Cuando nos permitimos ser conscientes, dejamos ir la duda, el estrés y la ira, y en ese momento desarrollamos serenidad y gratitud. Con suficientes de estos momentos, podemos recablear nuestros cerebros para mirar el mundo con nuevos ojos y aceptar cada desafío como una oportunidad.